desayunamos en casa de Isabel y todo presagia un día inolvidable; acaba de amanecer cuando salimos hacía el mítico pueblo de Foncebadón y la cruz de Ferro; en seguida estamos por encima de los mil metros y el paisaje si miramos hacía atrás es impresionante; tomamos un primer cafe al sol en un albergue rehabilitado en este pequeño y remoto pueblo, cuna de brujas y aquelarres, que en su día estuvo completamente abandonado, y ahora va resurgiendo gracias al paso contínuo de peregrinos; más arriba la cruz de Ferro, austera y desafiante, en la que no cumplimos el rito de dejar una piedra traida del lugar de partida; un poco más arriba está Manjarín, el albergue templario, con Tomás y compañía, donde hacemos otra parada con Joao intentando empaparnos de cada detalle; como la etapa es larga hay que seguir, asi que vamos bajando alternando sendas y trochas de piedras, viendo ya abajo en el valle Ponferrada; en el Acebo tomamos un caldo gallego, casi nuestro único vicio de peregrinos;
viernes, 11 de diciembre de 2009
décima etapa
RABANAL DEL CAMINO - MOLINASECA - 25 kms
desayunamos en casa de Isabel y todo presagia un día inolvidable; acaba de amanecer cuando salimos hacía el mítico pueblo de Foncebadón y la cruz de Ferro; en seguida estamos por encima de los mil metros y el paisaje si miramos hacía atrás es impresionante; tomamos un primer cafe al sol en un albergue rehabilitado en este pequeño y remoto pueblo, cuna de brujas y aquelarres, que en su día estuvo completamente abandonado, y ahora va resurgiendo gracias al paso contínuo de peregrinos; más arriba la cruz de Ferro, austera y desafiante, en la que no cumplimos el rito de dejar una piedra traida del lugar de partida; un poco más arriba está Manjarín, el albergue templario, con Tomás y compañía, donde hacemos otra parada con Joao intentando empaparnos de cada detalle; como la etapa es larga hay que seguir, asi que vamos bajando alternando sendas y trochas de piedras, viendo ya abajo en el valle Ponferrada; en el Acebo tomamos un caldo gallego, casi nuestro único vicio de peregrinos;
llegamos prácticamente de noche a Molinaseca y compramos antes de ir al albergue que está a la salida el pueblo; allí encontramos a Matías, otro veterano hospitalero, y a Luis, de Coruña; cocinamos la cena y alrededor del fuego y el orujo hacemos otra tertulia para recordar; estamos tan lejos de todo...
desayunamos en casa de Isabel y todo presagia un día inolvidable; acaba de amanecer cuando salimos hacía el mítico pueblo de Foncebadón y la cruz de Ferro; en seguida estamos por encima de los mil metros y el paisaje si miramos hacía atrás es impresionante; tomamos un primer cafe al sol en un albergue rehabilitado en este pequeño y remoto pueblo, cuna de brujas y aquelarres, que en su día estuvo completamente abandonado, y ahora va resurgiendo gracias al paso contínuo de peregrinos; más arriba la cruz de Ferro, austera y desafiante, en la que no cumplimos el rito de dejar una piedra traida del lugar de partida; un poco más arriba está Manjarín, el albergue templario, con Tomás y compañía, donde hacemos otra parada con Joao intentando empaparnos de cada detalle; como la etapa es larga hay que seguir, asi que vamos bajando alternando sendas y trochas de piedras, viendo ya abajo en el valle Ponferrada; en el Acebo tomamos un caldo gallego, casi nuestro único vicio de peregrinos;
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